EL PODER DE LAS HISTORIAS

Quien bien te quiere, te hará pensar

Nacho Caballero ♛

Quien bien te quiere, te hará pensar.

Ayer fue otro de esos días de explosión creativa. Tenía de nuevo casi mil palabras que habían sido tejidas con tanto mimo y cariño como profundidad y vértigo. Hice lo habitual en estos casos; enviar a mi Consejo de Dirección el enlace para que lo leyeran y me dieran su feedback.


Este Consejo de Dirección está formado por personas que caben en una mano cuyos consejos para mí tienen la máxima credibilidad. Lo de dirección es para que no me vaya por los cerros de Úbeda ni con mis escritos ni con mis decisiones. Aunque sus palabras fueron superlativas en todos los casos hubo dos de estas personas que, siendo conscientes de que iba a compartir mi texto en mi sesión de los martes de Toastmaster, me encendieron la luz ámbar de precaución.


Por un lado estuvo Fátima, siempre acertada y prudente, fue la que me hizo dudar de la conveniencia o no de compartir una historia tan personal en ese foro. Básicamente por la reiteración de un modelo de discurso que podría terminar saturando, pero también intuyo que por la sensación de que quizá un ejercicio de oratoria ordinario no merece tal descarga de vivencias personales. Por el otro estuvo mi amiga Raquel que me dijo que si estaba seguro de querer compartir esas palabras en una sesión pública de Toastmaster; conocedora de primera mano del ecosistema jerarquizado en el que iba a exponer algo tan valioso.


Ambas tenían razón.


Antes de la sesión de Toastmaster de ayer tuve serias tentaciones de cambiar toda mi charla por un fragmento de mi monólogo de cinco minutos. Ese que me sé de memoria y que podía compartir con mis compañeros con una solvencia aplastante. Decidí que No. Que iba a quemar mi texto en aquella tarde junto a mis compañeros en mi primer concurso de oratoria.


Fui el tercero y último en salir al escenario. A esas alturas ya había confirmado que mi texto estaba fuera de lugar pero ya era tarde para cambiarlo. Durante los minutos previos se me secaba la boca, se aceleraba mi corazón y mi mente iba a mil por hora. Parecía un novato que iba a debutar en el mundo de la oratoria cuando en realidad acumulo una experiencia que debería amortiguar todo eso. El motivo de esos nervios no era otro que el hecho de que, una vez más, llevaba bajo el brazo mi enésima historia de impacto basada en mi propia vida. Una historia notablemente escrita pero que en su ejecución volvía a llevar con alfileres.


Aunque ese no fue el problema real.


Si hay algo que no soporto en esta vida es sentirme fuera de lugar y ayer fue una de esas tardes. Al escuchar las charlas de mis compañeros me sentí como un elefante en una cacharrería. Algunos de ellos repitieron charlas ya dadas y que apenas habían mejorado. Otros nos hablaron de temas que resuenan en tu cabeza durante cuatro minutos tirando por lo alto aunque estuvieran resueltas de forma impecable. Eso no evitaba que si quitabas al ponente y ponías al otro no pasaría absolutamente nada. Tuve esa sensación de que esto no va de hacer charlas memorables o al menos intentarlo, va de ganar y escalar posiciones en una escala de poder ininteligible para mi que me interesa tanto como el brócoli para desayunar.


Toastmaster es una organización de Oratoria y Liderazgo y desde el principio he notado, al menos en el grupo en el que estoy, que hay personas que han confundido el liderazgo con otra cosa. Por otro lado, aunque hay gente realmente brillante a nivel técnico me sigue faltando verdad, exposición real y un compromiso auténtico de construir mensajes potentes que no dejen indiferente a la audiencia. Tengo una sensación de ver cómo la gente, salvo alguna excepción, va con el piloto automático y se elogian unos a otros de forma tan desmedida como desconcertante para mi.


Quizá no miré bien la letra pequeña en lo que a Oratoria se refiere. Es posible que sean mis letras las que no den la talla y estén fuera de juego.


AUTOR: Nacho Caballero. Speaker y Formador experto en Storytelling y Motivación.

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