Durante la pandemia todo el mundo lloraba por lo mismo: “¡Es que no nos dejan ver a nuestros amigos!”
Y ahora que pueden… ¿qué hacen?
Prometer. Agendar. Cancelar.
La operación P.A.C. se ha convertido en el nuevo ghosting con corbata. No te dicen que no quieren verte. Te lo hacen entender por repetición.
Mentira. Claro que tienen tiempo. Para Netflix. Para el gimnasio. Para mirar el móvil sin pestañear durante 45 minutos.
No es tiempo. Es prioridad. Y tú no lo eres.
Eso no es amistad. Es administración de culpa.
“A ver cuándo quedamos.”
Es una frase de cortesía. Suena bien. No hiere. Pero tampoco compromete. Es la forma elegante de desaparecer sin tener que decirlo.
Y la gente lo acepta. Se hacen los ingenuos. Como si no supieran lo que significa.
Si alguien te cancela tres veces, no quiere verte. Ya está. No hace falta más explicaciones.
No lo justifiques con “es que tiene mucho lío” o “seguro que se le ha pasado”. Si de verdad le importaras, lo sabrías. No haría falta recordárselo.
Y si tú haces lo mismo, admítelo. También has mentido con educación. Todos lo hemos hecho alguna vez. Pero no es amistad. Es evitación emocional.
Y lo que no se alimenta, muere. Igual que un equipo. Igual que una relación. Igual que un proyecto.
Un grupo de personas que se envía excusas no es un equipo. Es un grupo de tareas pendientes con patas.
Tu equipo dice que se comunica. Pero en realidad, se posponen. Se cancelan. Se prometen. Y se dejan en visto emocionalmente.
Si cada feedback es una cita postergada, si cada reunión parece una deuda que nadie quiere pagar… entonces lo que tienes es un cementerio de conversaciones.
Una vez es casualidad. Dos, es un descuido. La tercera, es mensaje.
Cuando alguien no te incluye en su vida, está diciéndote exactamente dónde estás. Fuera.
Y si tú lideras, eso mismo te lo dicen tus equipos con silencios. Con agendas llenas. Con frases genéricas que no comprometen.
No puedes construir nada con quien solo promete. Ni en la vida, ni en la empresa. Porque la comunicación es presencia. Y la ausencia repetida es una decisión.
No quieras convencer a quien no quiere estar.
Haz limpieza. En tu círculo. En tu equipo. En tu calendario. Y en tus propias frases. El “vamos hablando” ya no sirve. El “a ver cuándo” es una broma.
Hay que volver a decir las cosas como son. Y hacerlas.
Una frase diferente cada vez. Reserva una sesión y empezamos a cambiarlo.
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