EL PODER DE LAS HISTORIAS

De lo esencial a lo importante: cómo enfocar nuestras prioridades

Nacho Caballero ♛

De lo esencial a lo importante: cómo enfocar nuestras prioridades

¿Habéis pensado alguna vez en la diferencia que hay entre lo importante y lo esencial, entre un detalle y un cimiento? Es fácil pensarlo en relación a un edificio… quizá no tanto identificarlos en las personas que nos rodean. Los detalles hacen que nuestra vida sea mejor y tienen su importancia. Los cimientos no suelen verse con facilidad pero son los que sostienen nuestra integridad… resultan esenciales para conocernos a nosotros mismos.


Mi padre era de pocos detalles. Fue una persona que trabajó duro para que no le faltara de nada a su familia. Una frase muy aceptada socialmente que provocó que el que faltara a mi vida, en gran medida, fuera mi padre.


Se fue definitivamente hace ya más de quince años y siempre fue más de cimientos y esencia. Unos cimientos que ahora que soy padre siento más sólidos que nunca.


Él me solía llamar de forma cariñosa “Artista”... mucho antes de que yo me subiera a escenarios míticos como la Joy Eslava y ganarme la vida con ello. Mucho antes también de que publicara sendos libros en 2014 y 2018. Mucho antes de firmar autógrafos a chavales de primaria en el cole de mi hijo tras contarles mi vida como forma de inspiración. Todo esto brotó después de su muerte y gracias en parte a la semilla de su recuerdo.


Mi padre no dedicó demasiado tiempo a estar conmigo en mi infancia y adolescencia. Tenía un trabajo de horario nocturno y por eso tengo tan grabados en mi mente los días que fue a recogerme al colegio de pequeño. Dos. Yo llevo a mis hijos al colegio desde que nacieron. Lo que vi en mi padre fue una suerte de desaprendizaje que me ha servido mucho.


A pesar de esa falta de tiempo junto a él le tengo que agradecer algunas de las frases que me han acompañado durante toda mi vida y que recuerdo salir de su boca de forma constante, como el que quiere consolidar un edificio desde la base. Algunas de ellas son:


- lávate las manos antes de comer.¿te has lavado los dientes… o piñata? como le gustaba decir jocosamente


- no te pongas tan cerca de la tele que te vas a estropear la vista.


- nos animaba a jugar a todo menos al ordenador


- no le gustaba que jugáramos a las cartas de mayores.relacionaba la gente con tatuajes con la baja autoestima.


- no prestes libros porque no te los van a devolver.tú nunca destaques en nada. Intenta pasar desapercibido


En esta última no le hice mucho caso, como bien sabéis.


Sus amigos le llamaban Pepe y yo como hijo Papá. El día que murió acudieron pocos de esos amigos. Será porque la noche en la que trabajó como camarero toda su vida es más de exaltación de la amistad que de amistad verdadera.


Tuvo el detalle de morir un sábado a las tres de la tarde: justo a la hora del telediario que tanto solía ver en casa cuando yo era pequeño, mientras yo le acribillaba a preguntas para entender el mundo. Aquel día él se convirtió en el titular principal de la mejor mala noticia para mi tras once meses en coma.

Acudieron decenas de personas a despedirle. Algunas vinculadas con él directamente como su propia madre, mi Yaya, o su hermano... mi tío Ramón. Pocas caras desconocidas y el resto amigos y vecinos. Muchos vecinos. Prácticamente de cada uno de los doce portales de nuestra plaza había alguno. Del nuestro, el número 3, estaba prácticamente todo el mundo que todavía vivía en aquel entonces. Pero faltaba alguien… la señora María del primero C.


Una mujer que durante toda nuestra vida en aquel barrio era la fisioterapeuta sin título más brillante que jamás he conocido. Mi padre la admiraba y respetaba porque te cambiaba tres semanas de reposo debido a un esguince, por una sesión en sus manos y salías caminando por la puerta. Una mujer generosa y absolutamente brillante que siempre compartió su innato talento con sus vecinos.


A media tarde terminó el entierro. Estábamos agotados. Mis hermanos, mi madre y yo teníamos la mente y el corazón con agujetas después de tanto cariño y reconocimiento a la figura de nuestro padre. Entramos en el portal… subimos la primera escalera… y al escuchar nuestras voces y pasos se abrió la puerta del Primero C. Era la señora María que había estado preparándonos la comida para cuando llegáramos. Un guiso de abuela vespertino que nos supo a gloria, listo para comer en su propia vajilla.


Fue entonces cuando sentí la conexión… la diferencia entre la importancia de los detalles que hacen que la vida sea mejor y los cimientos que necesitas en los momentos esenciales.


Mi padre no fue una persona muy presente en el día a día de mi infancia y adolescencia, como la señora María no acudió al entierro a arroparnos por una buena razón. Sin embargo, mi padre siempre estuvo para decirme la frase adecuada que sirvió de cimiento para sustentar todo lo demás.


Él supo ver mi esencia…. al “Artista” mucho antes que yo… porque veía más allá.


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Nacho Caballero. Copywriter experto en Storytelling y Storybrand

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