¿Por qué vivir de lo que te apasiona da tanto miedo? (Y cómo enfrentarlo)

Hoy mi hija Alma cumple 9 años.

Es su último año con un número de un solo dígito.

El fin de su infinito vertical.

Le apasiona la astronomía. Sueña con el espacio. Su cabeza está llena de estrellas, planetas y cohetes.

El otro día le conté que un meteorito tiene un 1.5% de posibilidades de impactar contra la Tierra en 2032.

Se quedó en silencio.

Minutos después, vino llorando.

Le asustaba el meteorito.

Y ahí entendí algo.

Las cosas que nos apasionan también nos aterran.

Nos atraen y nos intimidan al mismo tiempo.

Igual que ocurre con la gente que quiere dejar su trabajo para vivir de su talento.

El miedo a hacer lo que realmente te gusta

Muchas personas odian su trabajo.

No porque sea insoportable. No porque tengan un jefe terrible o un sueldo miserable.

Sino porque es cómodo.

No les da miedo. No les desafía.

Pero tampoco les emociona.

Es un camino recto, predecible, sin curvas ni sorpresas.

Y sin pasión.

El problema es que cuando encuentras algo que realmente te apasiona, algo que te mueve por dentro, algo que harías aunque no te pagaran…

Ahí es cuando entra el vértigo.

Porque la pasión tiene un coste.

Y ese coste es la incertidumbre.

Igual que Alma ama la astronomía pero teme al meteorito, muchos quieren emprender pero temen fracasar.

Quieren ser escritores, pero temen no vender libros.

Quieren dar formaciones, pero temen que nadie los contrate.

Ese miedo los paraliza. Y vuelven a lo cómodo.

La trampa de la comodidad laboral

Hay una gran mentira en el mundo laboral.

Nos han hecho creer que tener un trabajo estable, con un sueldo fijo y un horario predecible, es el mayor logro profesional.

Y claro, no tiene nada de malo.

Pero si cada lunes por la mañana sientes que una parte de ti muere un poco, algo no está bien.

Si ves pasar los días como un tren que no conduce a ningún lado…

Si miras el reloj y deseas que el tiempo pase más rápido…

Eso es un problema.

Porque no es estabilidad. Es resignación.

Y la resignación es peligrosa.

Porque te hace olvidar que existe otra forma de vivir.

Una forma en la que lo que haces te llena.

Una forma en la que sientes que lo que aportas al mundo tiene sentido.

El precio de seguir tu pasión

No te voy a engañar.

Seguir tu pasión tiene un precio.

No es un camino fácil.

Hay incertidumbre. Hay miedo.

Vas a tener días en los que pensarás que te has equivocado.

Días en los que dudarás de ti mismo.

Días en los que querrás volver a la comodidad de un trabajo sin sobresaltos.

Pero ¿sabes qué es peor?

Vivir toda la vida preguntándote "¿y si lo hubiera intentado?"

Porque la pasión, cuando es real, no se apaga.

Solo se reprime.

Y una pasión reprimida pesa más que cualquier miedo.

Cómo dar el primer paso sin arriesgarlo todo

Si sientes ese llamado dentro de ti, pero el miedo te paraliza, aquí tienes un plan para empezar sin arriesgarlo todo:

1. Encuentra tu zona de genialidad

Hazte estas preguntas:

• ¿Qué harías incluso si no te pagaran?
• ¿En qué te piden ayuda constantemente los demás?
• ¿Qué tema podrías hablar durante horas sin aburrirte?

Ahí está la clave de tu pasión.

2. No dejes tu trabajo de golpe

Puedes empezar poco a poco. Por las noches, los fines de semana. Construir algo sólido antes de dar el salto.

3. Consigue tus primeros clientes

No esperes a que todo sea perfecto. Sal ahí fuera. Ofrece tu servicio. Muestra lo que sabes hacer.

4. Crea un sistema que genere ingresos recurrentes

No se trata de cambiar tu tiempo por dinero, sino de construir algo sostenible. Un curso, una membresía, una comunidad.

5. Rodéate de personas que ya han logrado lo que tú quieres

Si solo hablas con personas que tienen miedo, terminarás quedándote en el mismo lugar. Busca mentores, únete a grupos de gente que ya vive de lo que le apasiona.

Conclusión: No se trata de valentía, sino de compromiso

No necesitas ser valiente para seguir tu pasión.

Solo necesitas comprometerte con ella.

A Alma le asustó el meteorito, pero no dejó de amar la astronomía.

A ti puede darte miedo dejar la comodidad, pero eso no significa que no debas hacerlo.

Porque al final, la pregunta no es "¿qué pasa si lo intento y fracaso?"

Sino "¿qué pasa si nunca lo intento?"

Si estás listo para dar el primer paso, aquí tienes algo que puede ayudarte:

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Nos leemos.