El problema de querer gustar a todo el mundo es que terminas hartando a unos cuantos. Esto se hizo evidente en la Ceremonia Inaugural de los Juegos Olímpicos, un espectáculo que, en lugar de centrarse en un mensaje claro y concreto, intentó complacer a todos y acabó fallando.
Un exceso de todo
La ceremonia me recordó a muchas empresas que, en lugar de centrarse en un nicho específico y un argumento principal, optan por incluirlo todo. Este enfoque, aunque bien intencionado, suele resultar contraproducente. En términos de storytelling, la ceremonia tuvo varios momentos que parecían el ansiado final, pero lo peor fue que el verdadero final dejó a todos con la sensación de hartazgo.
El ejemplo ibérico: Zidane y Nadal
Pongamos un ejemplo cercano. Imagina a Zinedine Zidane entregando la antorcha olímpica a Rafa Nadal. Uno esperaría que Nadal, ganador de Roland Garros innumerables veces, encendiera una mecha bajo la Torre Eiffel, coronando su cumbre con la llama olímpica. Todos podrían entonces irse a cenar y evitar una neumonía por la lluvia. Pero no, tras lo de Rafa, aún faltaba la enésima travesía por el Sena, una secuencia soporífera más después de la del caballo, con comentaristas al borde del colapso.
Relevos interminables
Los relevos finales de la antorcha fueron interminables. Se involucraron tantas personas para cumplir con todos los colectivos que parecía faltar solo un mensajero de Amazon para hacer la entrega. Nadie recordaba ya a Rafa Nadal cuando llegaron al final. Fue patético escuchar a los comentaristas de TVE hacer apuestas sobre quién sería el atleta número diecisiete en tocar la antorcha.
Lecciones para el storytelling
Cuando intentas agradar a todo el mundo y hablas de ti más de la cuenta, como Francia, que solo faltó hacer tortillas francesas en directo con música tecno de fondo, es cuando la gente empieza a desear desenlace. Y cuando hay tantos finales falsos, el verdadero pasa desapercibido.
Consejos prácticos
Habla menos de ti y más de los demás. Céntrate en un mensaje principal y no te desvíes. No intentes abarcarlo todo ni complacer a todos. No abrumes a tu cliente contándole todo lo que sabes y lo fantástico que eres. A nadie le importa.
Londres 2012, Pekín 2008 o Barcelona 92... ejemplos de lo que te cuento.
La importancia de contar historias
Aprende a contar historias. Te va la vida en ello. Un buen storytelling no solo capta la atención, sino que también resuena con tu audiencia y deja una impresión duradera.
Nacho Caballero. Copywriter experto en Storytelling aplicado a la Comunicación, Marketing y Ventas
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