Montessori en casa. La semilla de la experiencia

Reconozco que desde que existen las bicicletas y los coches eléctricos en Madrid, se me hace raro usar el Metro. Por eso ayer fue un día especial para nuestro hijo Óliver, pero también para mi. Nos fuimos a hacer una excursión en Metro desde Argüelles al puente de Vallecas. Toda una aventura.

El objetivo era ir a una tienda de plantas, flores y semillas mítica que se llama El Testarro (calle Peña Gorbea, 15, en Madrid). El motivo de ir hasta allí es porque además de venderte todo tipo de esquejes, te asesoran que es una maravilla. Le contamos que tenemos un huerto urbano de un metro de largo por medio metro de ancho y nos hizo una composición que es la que se puede ver en la foto: fresas en las cuatro esquinas, fila de zanahorias, remolachas y lechugas. Todo con gran empatía por parte del vendedor con Óliver, emocionado al elegir las plantas.

Pero lo realmente precioso de esta experiencia de sábado con nuestro hijo Óliver, fue disfrutar de sus comentarios sobre el Metro, que como él dice “también es un tren papá”. Le alucinaba cuando llegaba por el túnel y hasta aquél convoy que nos cerró las puertas en las narices, fue su comentario apasionado en la cena al repasar el día.

Por la tarde, tras una merecida siesta tras nuestra excursión juntos y cuando el sol todavía era generoso con nuestra terraza orientada al oeste, plantamos todo lo que habíamos comprado por la mañana.

Ahora solamente queda hacerle partícipe de cómo crecen los alimentos en nuestro huerto y dejarle que sea él quien lo riegue. Dentro de unas semanas nos podremos comer unas fresas y zanahorias que fuimos a buscar juntos aquel sábado soleado de finales de enero.

No nos hace falta un colegio Montessori. Basta con ser generoso con nuestro hijo y disfrutar de él. Al fin y al cabo, él es nuestra semilla y nos devuelve esa generosidad con creces.

AUTOR: Nacho Caballero. Speaker y Formador experto en Storytelling y Motivación.

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