La natación como punto de inflexión

No me gustaba nadar. Nunca me ha gustado y ahora lo dudo. Sin embargo, le he encontrado un sentido y con eso me vale de momento. Mis cifras son ridículas. Comencé haciendo diez largos y ahora hago veinte. Nada del otro jueves, pero nadie me podrá quitar la idea de que es el doble. Y con eso me vale.

Más allá de la cifra global, lo que más me motiva es la cantidad de largos que soy capaz de hacer sin tener que parar a descansar. Ya voy por seis y subiendo. Además, cada vez combino más estilos.De momento dejo fuera el mariposa.

Mi práctica de la natación ha tenido que ver con una época de limpieza espiritual. De quitarme mucha basura de encima generada por personas tóxicas que durante demasiados años me han contaminado. Entrar en el agua y alejarme de esas personas, ha sido como limpiar mi cuerpo al tiempo que mi alma. Porque tengo.

He descubierto la soledad que supone nadar y me ha gustado. Esa obligatoriedad de estar en la piscina alejado de notificaciones y llamadas más que perdidas, de perdición. Esa tranquilidad que consiste en observar tu cuerpo y sobre todo, el espíritu de superación que se despierta con tus compañeros de calle en el líquido elemento.

Algunas de mis mejores ideas recientes han surgido en la piscina. Intentando mejorar mi técnica o descansando entre largo y largo. Sin duda tienen que ver con esa descontaminación profunda de pensamientos estériles, de miedos, amenazas y un reencuentro a solas conmigo mismo.

Tengo la sensación de que cuando comencé a entrar en el agua, en realidad estaba despertando a una nueva vida. ¿Suena cursi? Es posible. Pero a mi, con eso me vale.

AUTOR: Nacho Caballero. Speaker y Formador experto en Storytelling y Motivación.

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